PUNTOS IMPORTANTES:
- China exige acceso al canal con Cosco como socio del acuerdo portuario.
- El Pentágono teme una pérdida de control estratégico en Panamá.
- La disputa podría escalar dentro del marco comercial bilateral.
El acuerdo por el canal entra en zona de conflicto geopolítico
El gobierno de China presiona para que Cosco, su mayor naviera estatal, se incorpore como socio pleno en el acuerdo que BlackRock y MSC negocian con CK Hutchison por dos puertos del canal de Panamá. Se trata de las terminales de Balboa y Cristóbal, parte de un conjunto de 40 activos logísticos bajo control de Hutchison.
Según fuentes citadas por el Wall Street Journal, Pekín ordenó congelar los vínculos entre sus empresas estatales y Hutchison hasta que se formalice la participación de Cosco en la operación. Aunque BlackRock y MSC firmaron un acuerdo preliminar en marzo por 23.000 millones de dólares, la inclusión de nuevos socios no puede realizarse hasta el 27 de julio, cuando vence el período de exclusividad.
A pesar de las restricciones actuales, las tres partes involucradas —BlackRock, MSC y Hutchison— ya están dispuestas a incluir a Cosco. Esta apertura refleja el impacto de la presión diplomática china. Desde Washington, en cambio, el movimiento se interpreta como una amenaza a los intereses estratégicos de Estados Unidos en el canal.
El canal de Panamá se convierte en eje de una nueva disputa global
El presidente Trump y sus asesores militares ven la posible entrada de Cosco como un revés en el esfuerzo por recuperar la influencia sobre el canal, eje de defensa hemisférica y del comercio interoceánico. Para el Pentágono, permitir que una empresa estatal china opere en el área socava el intento de frenar el avance de Pekín en América Latina.
La disputa podría trasladarse al plano comercial. Analistas consideran probable que la Casa Blanca incorpore el acuerdo por los puertos en las negociaciones bilaterales con China, especialmente si se consolida la participación de Cosco. Para Estados Unidos, no se trata solo de una operación financiera, sino de un movimiento estratégico con consecuencias geopolíticas.
El resultado dependerá del equilibrio entre intereses corporativos y prioridades políticas. Mientras tanto, el canal se convierte una vez más en símbolo de poder, rivalidad y control global. Si Washington no logra bloquear la maniobra china, el mercado regional podría enfrentar un cambio de eje logístico de largo alcance.
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