PUNTOS IMPORTANTES:
- El debate sobre el “Gran Reseteo” enfrenta a Trump contra las instituciones globalistas y sus planes económicos.
- Los aranceles y la ruptura con Bretton Woods buscan frenar la interdependencia, pero generan riesgos en los mercados.
- Los BRICS avanzan en monedas digitales y su coordinación podría reforzar la agenda globalista.
Trump, los aranceles y el quiebre de Bretton Woods
La discusión sobre el llamado “Gran Reseteo” se intensificó tras los nuevos acercamientos entre Rusia, China e India. Analistas sugieren que las políticas arancelarias de Donald Trump podrían estar acelerando la convergencia de los BRICS, pese a que el bloque ya buscaba desde 2009 reducir la dependencia del dólar y promover un sistema alternativo bajo el paraguas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Trump, al imponer tarifas amplias y romper con la lógica de Bretton Woods, desafía la interdependencia económica global y obliga a las corporaciones multinacionales a replantear su modelo de producción y consumo. Esta estrategia, si bien busca fortalecer la producción nacional, también crea tensiones en los mercados internacionales que podrían ser aprovechadas por instituciones como el Banco de Pagos Internacionales (BIS) o el Foro Económico Mundial (WEF)para impulsar su propia versión de un reseteo global.
El proyecto globalista y los BRICS
Desde hace más de una década, los BRICS promueven la creación de una nueva moneda internacional y el uso de monedas digitales de bancos centrales (CBDCs) como parte de un sistema financiero unificado. En paralelo, el FMI y el BIS trabajan en un marco de moneda digital global basado en los Derechos Especiales de Giro (SDR). Este entramado podría desembocar en una economía donde las transacciones estén vigiladas, se limite la propiedad privada y se usen los sistemas financieros como herramientas de control social.
El avance de China y Rusia en este terreno no representa necesariamente un quiebre del globalismo, sino una vía alterna que las élites globalistas también podrían capitalizar. En este sentido, el “reseteo económico” de Trump corre el riesgo de convertirse en un catalizador involuntario de la agenda que pretende enfrentar.
Reformas necesarias y dilemas estratégicos
Trump defiende los aranceles y el fin del rol de EE. UU. como principal consumidor global, argumentando que la producción debe volver al país y que las corporaciones deben asumir el costo de su deslocalización. Sin embargo, la magnitud de esta ruptura podría generar dislocaciones profundas: Estados Unidos representa cerca del 30% del consumo global y aporta entre 70.000 y 100.000 millones de dólares anuales en ayuda exterior.
Al reducir su papel, muchos países podrían verse forzados a buscar alternativas inmediatas, lo que encajaría en los planes de un “Gran Reseteo” globalista. Para evitarlo, los críticos sostienen que no basta con frenar la interdependencia económica: sería necesario también desmantelar instituciones como el FMI, el Banco Mundial y el WEF, que están posicionadas para aprovechar cualquier crisis.
En este contexto, los mercados se mantienen atentos. Una reforma radical en EE. UU. puede redefinir el equilibrio global, pero si no se acompaña de un rechazo firme a las instituciones globalistas, las medidas podrían terminar alimentando la misma agenda que Trump busca combatir.
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