PUNTOS IMPORTANTES:
- La Fed queda en entredicho por una economía más sólida de lo previsto.
- El crecimiento se acelera, la inflación cede y el mercado laboral aguanta.
- Persisten riesgos que exigen vigilancia en servicios, vivienda y deuda.
Qué muestran los datos recientes
La narrativa dominante a inicios de 2025 anticipaba recesión y estanflación en Estados Unidos. Sin embargo, los últimos meses describen un cuadro distinto y más robusto. Tras una contracción breve en el primer trimestre, el crecimiento del segundo volvió al rango de 3,0% – 3,3% anualizado, mientras que modelos de seguimiento como GDPNow han proyectado un avance cercano a 3,0% para el tercer trimestre. Además, no solo el consumo y las importaciones aportaron al PIB: también lo hizo la inversión empresarial, y con un gasto público más contenido.
En paralelo, la inflación ha sorprendido a la baja. Los datos más recientes de CPI y PPI se situaron en línea o por debajo de lo esperado, sugiriendo que los precios de bienes duraderos y no duraderos siguen estables. Pese a las advertencias, la política de aranceles no ha generado un repunte significativo en el costo de vida; la energía y algunas importaciones clave han caído o se han estabilizado.
En el mercado laboral, las nóminas privadas mantuvieron avances netos, con especial fortaleza en servicios y construcción, y los salarios reales se aceleran: el promedio por hora subió 1,2% y la remuneración semanal 1,4% interanual (julio 2024 a julio 2025). Este poder adquisitivo sostiene el gasto de los hogares, y se espera que las ventas minoristas de agosto muestren 0,2% en el titular y 0,3% en el grupo de control.
Fed y consenso macro: por qué fallaron
¿Por qué el consenso erró? Primero, por exagerar los efectos inmediatos de los aranceles y la incertidumbre global. Segundo, por inferir una transmisión directa y rápida entre subidas previas de tipos y actividad, ignorando rezagos y amortiguadores privados (balances corporativos más sanos, ahorro acumulado, reconfiguración de cadenas). Tercero, por sobreconfiar en cifras de empleo que luego sufrieron revisiones, con un ajuste a la baja cercano a 2,0 millones entre 2023 y 2024, lo que explica el pesimismo ciudadano del año pasado.
La Fed tampoco quedó indemne: modelos que anticipaban estanflación sobreponderaron señales de rigidez en servicios y de segunda vuelta salarial que finalmente se moderaron. Hoy, con rendimientos del Tesoro a la baja y diferenciales relativamente contenidos, los mercados comienzan a descontar recortes de tipos en los próximos meses, siempre que la desinflación y el avance del empleo privado se confirmen.
Contrapuntos y riesgos a vigilar
A pesar del panorama positivo, persisten riesgos que obligan a matizar el relato optimista. Primero, la desinflación podría frenarse si vivienda y servicios se recalientan; el componente de shelter es lento en ajustarse y puede distorsionar la lectura.
Segundo, el impulso del consumo depende de que los salarios reales sigan por encima de la inflación; un choque en energía o un repunte de importaciones podría erosionarlo.
Tercero, la mejora del inversor privado debe sostenerse sin un aumento excesivo del apalancamiento corporativo.
Cuarto, el entorno global sigue frágil: China, Europa y Reino Unido crecen por debajo de Estados Unidos, y una desaceleración adicional podría restar demanda externa.
Dicho esto, el mercado está recalibrando el riesgo: si los próximos reportes confirman crecimiento alrededor de 3,0%, inflación contenida y salarios reales positivos, la probabilidad de “aterrizaje suave” aumenta. En ese escenario, la Fed tendría espacio para ajustar la política sin comprometer la credibilidad antiinflacionaria. La clave será no caer en complacencia: mantener una lectura data dependent, distinguir entre ruido y señal, y reconocer que la economía puede acelerarse incluso mientras parte del consenso aún duda.
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