PUNTOS IMPORTANTES:
- Bitcoin mantiene su rol como activo estratégico en el mercado de tesorerías.
- Ethereum gana terreno con su potencial de ingresos y su ecosistema financiero.
- La combinación BTC y ETH aparece como modelo híbrido para corporaciones y gobiernos.
En los últimos años, tanto empresas como países han comenzado a incluir criptomonedas en sus estrategias de tesorería. Tradicionalmente, los balances se apoyaban en efectivo, oro o bonos del Estado como respaldo de liquidez y valor. Sin embargo, esas opciones enfrentan limitaciones: el efectivo pierde poder adquisitivo, los bonos arrastran riesgo de tipos y duración, y los movimientos cambiarios golpean sin previo aviso. Frente a este escenario, Bitcoin, Ethereum y en algunos casos las stablecoins se incorporan como nuevas reservas financieras.
Para las corporaciones, la lógica es sencilla: cobertura frente a la inflación, diversificación cambiaria, liquidez 24/7 y experimentación con liquidación digital. Para los gobiernos, el enfoque se amplía hacia la construcción de reservas estratégicas, resistencia a sanciones y acceso a liquidez global y neutral.
Bitcoin (BTC) como estándar digital de tesorería
Bitcoin (BTC) se ha consolidado como el equivalente digital del oro. Su escasez, liquidez global y reconocimiento internacional lo convierten en un activo atractivo para quienes buscan protegerse de la inflación y de la inestabilidad monetaria. Incluso iniciativas legislativas refuerzan este rol. En Estados Unidos, la senadora Cynthia Lummis impulsa el “Bitcoin Act”, mientras que en marzo de 2025 el presidente Donald Trump anunció la creación de una Reserva Estratégica de Bitcoin administrada por el Tesoro.
Ejemplos internacionales confirman esta tendencia: El Salvador lo adoptó como moneda legal en 2021 y países como Bután lo han incorporado a sus reservas de manera más discreta. En el frente corporativo, Strategy se ha convertido en un referente por su política de acumulación constante de BTC, sumando más de 638.000 monedas. Su estrategia refleja una apuesta por la preservación a largo plazo más que por la generación de ingresos inmediatos.
No obstante, el modelo no es inmune a críticas. La volatilidad de BTC puede afectar balances corporativos, aunque para muchos la confianza en su liquidez y estatus de “reserva digital” supera los riesgos.
Ethereum (ETH) y el atractivo de la productividad en tesorerías
Si Bitcoin se asocia a estabilidad, Ethereum (ETH) se presenta como un activo productivo. Desde la transición a proof-of-stake en 2022, Ethereum ofrece retornos anuales de entre 3% y 5% gracias al staking, lo que transforma a ETH en una reserva que no solo guarda valor, sino que también genera ingresos. Este factor lo diferencia radicalmente de BTC.
Además, la red Ethereum impulsa un ecosistema creciente de finanzas descentralizadas (DeFi) y activos tokenizados, desde bonos hasta materias primas. Esta utilidad práctica refuerza el atractivo de ETH como plataforma financiera. En 2025, 73 entidades acumulaban 4,91 millones de ETH, valorados en más de 21.000 millones de dólares. BitMine Immersion Tech (BMNR) lidera como mayor tenedor con más de 2 millones de ETH, mientras que SharpLink Gaming (SBET) figura entre los principales actores con tenencias significativas.
Sin embargo, persisten retos: la incertidumbre regulatoria en grandes mercados, la complejidad técnica y los riesgos ligados al staking. Aun así, su versatilidad lo posiciona como un activo de tesorería con valor, rendimiento y utilidad.
Estrategias duales y perspectivas hacia 2025
El año 2025 muestra un escenario en el que gobiernos y corporaciones comienzan a combinar ambos activos. El caso de Estados Unidos es revelador: mantiene un portafolio con entre 198.000 y 207.000 BTC, mientras que en paralelo desarrolla un “stock digital” de 60.000 ETH. BitMine Immersion Technologies también encarna este enfoque dual: conserva un pequeño número de BTC y, al mismo tiempo, más de 2 millones de ETH.
Este modelo híbrido responde a una lógica estratégica: Bitcoin aporta estabilidad y confianza global como reserva, mientras Ethereum agrega potencial de ingresos y conexión con mercados digitales emergentes. La diferencia esencial entre ambos activos es clara: BTC funciona como reserva pasiva, mientras ETH ofrece retornos activos a través del staking.
La competencia no se define por un único ganador. Bitcoin sigue liderando en volumen de tenencias y reconocimiento institucional, pero Ethereum acelera en adopción gracias a su capacidad de generar ingresos y su utilidad como plataforma. Para 2025, la respuesta depende de objetivos: quienes prioricen seguridad de capital se inclinarán por Bitcoin, mientras que quienes busquen crecimiento e ingresos verán en Ethereum una opción estratégica. Lo más probable es que las tesorerías futuras combinen ambas rutas, consolidando un mercado más diversificado y sofisticado.
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