PUNTOS IMPORTANTES:
- El petróleo cayó a mínimos desde mayo y se encamina a su peor año en siete años. Existen señales que el mercado toma como alertas.
- El aumento de producción de la OPEP+ y el temor a un superávit presionan los precios.
- Además, la expectativa de un acuerdo de paz en Ucrania redujo la prima de riesgo geopolítico.
El petróleo atravesó una jornada clave y volvió a encender las alarmas en los mercados. El crudo estadounidense cayó a su nivel más bajo desde mayo y quedó en camino de cerrar su peor año en siete años, en un contexto marcado por el exceso de oferta y un cambio en el tablero geopolítico.
El West Texas Intermediate (WTI) llegó a tocar los 55,69 USD por barril, mientras que el Brent bajó hasta los 59,42 USD, ambos en mínimos desde comienzos de mayo.
La presión vendedora se mantuvo durante la sesión, con el WTI retrocediendo un 2,1% y el Brent un 1,9%, reflejando un mercado cada vez más escéptico sobre la recuperación del precio del crudo.
El balance anual es contundente. El petróleo estadounidense acumula una caída cercana al 22% en lo que va del año, su peor desempeño desde 2018.
El Brent, referencia global, pierde casi un 20%, encaminándose a su peor año desde 2020. El impacto ya se siente fuera de los mercados financieros, con el precio de la gasolina en Estados Unidos cayendo por debajo de los 3 USD por galón, el nivel más bajo en cuatro años.
Petróleo: Más oferta y menos miedo al conflicto
El gran factor detrás del desplome es el cambio en la dinámica de la oferta. Tras años de recortes, los países de la OPEP+ aceleraron el aumento de producción, inundando un mercado que ya mostraba signos de saturación. A eso se suma una demanda global que no termina de despegar al ritmo esperado, especialmente en un entorno económico todavía frágil.
En paralelo, los inversores comenzaron a descontar un menor riesgo geopolítico. La presión del presidente Donald Trump para que Ucrania avance hacia un acuerdo de paz con Rusia redujo la prima de riesgo que había sostenido al crudo desde 2022. Aunque los ataques con drones sobre infraestructura petrolera rusa y las sanciones occidentales siguen presentes, el mercado parece creer que el peor escenario quedó atrás.
Desde la invasión rusa a gran escala, el temor a interrupciones en el suministro había sido un pilar del precio del petróleo. Hoy, ese miedo pierde peso frente a un escenario de superávit que amenaza con prolongarse si no hay un giro claro en la política de producción o un repunte inesperado de la demanda.
El resultado es un mercado que empieza a mirar al petróleo no como refugio, sino como un activo atrapado entre la abundancia y la incertidumbre.












