PUNTOS IMPORTANTES:
- El PIB de los Estados Unidos creció un 3,8% en el segundo trimestre, muy por encima de lo esperado.
- El consumo de los hogares fue el gran motor, mientras que inversión privada y gasto público siguieron débiles.
- El empleo se enfría y la Fed queda atrapada entre la presión de Trump y la necesidad de controlar la inflación.
En el segundo trimestre del año la economía de Estados Unidos creció un 3,8%, bastante más de lo que el propio gobierno había estimado semanas atrás y muy por encima de lo que esperaban los analistas.
El repunte llegó en un contexto complicado, marcado por la política comercial de Donald Trump, los aranceles y la incertidumbre sobre los movimientos de la Reserva Federal.
El consumo trae alivio a Estados Unidos
El gran protagonista del trimestre fue el gasto de los hogares, que subió un 2,5% frente al 0,6% del primer trimestre. El consumo de servicios duplicó las previsiones del gobierno y se convirtió en un salvavidas para el PIB.
Según Heather Long, economista jefe de Navy Federal Credit Union, los ciudadanos mantuvieron la confianza incluso en medio de la caída de los mercados y la volatilidad por la guerra comercial.
Al mismo tiempo, las importaciones, que habían lastrado el inicio del año, se desplomaron un 29,3%. Este cambio, impulsado por la prisa de las empresas en el primer trimestre por adelantarse a los aranceles, dio un empuje adicional al crecimiento.
No todo fue positivo. La inversión privada cayó, arrastrada por una contracción del 5,1% en el sector residencial y una reducción de inventarios empresariales que recortó más de tres puntos al crecimiento total. Tampoco ayudó el gasto público, que retrocedió más de un 5%.
Aun así, la economía mostró una solidez que nadie esperaba. Una medida clave que refleja la fuerza real del ciclo económico —y que excluye factores volátiles como exportaciones o inventarios— se aceleró hasta un 2,9%, desde el 1,9% del trimestre anterior.
Trump, los aranceles y el empleo
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha defendido con uñas y dientes su política arancelaria. Acero, aluminio, coches y prácticamente todo lo que entra en el país paga un sobrecoste que, según el presidente, protege a la industria nacional.
Sin embargo, muchos economistas recuerdan que esos impuestos terminan pagándolos las propias empresas estadounidenses y, en última instancia, los consumidores.
El mercado laboral también refleja esa tensión. Tras los años de recuperación post-COVID, cuando se creaban 400.000 empleos al mes, la dinámica cambió. Revisiones recientes del Departamento de Trabajo demostraron que se habían generado 911.000 puestos menos de lo anunciado inicialmente, con una media real de apenas 71.000 al mes. Desde marzo, la cifra bajó incluso más, hasta 53.000 empleos nuevos mensuales.
La Reserva Federal reaccionó con un recorte de tipos de interés, el primero desde 2023, en un intento de dar aire al mercado laboral. Pero el sólido dato del PIB complica la ecuación: ¿realmente necesita la economía más estímulos monetarios si crece a este ritmo? La respuesta no está clara.
El Departamento de Comercio publicará el 30 de octubre la primera estimación del PIB del tercer trimestre y las previsiones ya apuntan a una fuerte desaceleración hasta el 1,5%. Los mercados, mientras tanto, miran con lupa cada dato de inflación y cada movimiento de la Fed, conscientes de que cualquier sorpresa puede cambiar el rumbo.














