PUNTOS IMPORTANTES:
- Los mercados de bonos muestran señales de agotamiento global.
- Gobiernos enfrentan resistencia para colocar deuda a largo plazo.
- El auge del déficit y la inflación reaviva el poder de los bond vigilantes.
Los mercados de bonos enfrentan su mayor tensión en décadas
Los mercados de bonos están dejando de ser una zona estable para los gobiernos. Por primera vez en generaciones, subastas de deuda soberana están recibiendo respuestas frías por parte de los inversores.
En Japón, la reciente colocación de bonos a 20 años resultó en un colapso de precios y un fuerte aumento en los rendimientos. Al día siguiente, EE. UU. experimentó una subasta similarmente débil de bonos a 20 años.
Este patrón se repite en varias economías avanzadas, como el Reino Unido, Francia y Alemania. El factor común es claro: más oferta, menor demanda, y rendimientos largos al alza.
“La era del financiamiento barato a largo plazo ha terminado, Los gobiernos compiten en un mercado saturado de emisores”
Resume Amanda Stitt, especialista en renta fija de T Rowe Price.

Los compradores tradicionales de deuda, como fondos de pensión o aseguradoras, están en retirada. A ello se suman bancos centrales que venden bonos acumulados en programas de estímulo, lo que aumenta la presión sobre los precios.
En muchos países, el costo de intereses ya supera partidas clave como defensa o educación, y los diferenciales entre bonos de corto y largo plazo alcanzan sus máximos en tres años.
La política fiscal bajo presión y el regreso de los bond vigilantes
En EE. UU., los rendimientos del Tesoro a 30 años superaron el 5% en medio del avance legislativo de un proyecto fiscal impulsado por Donald Trump, que podría añadir $2,4 billones a la deuda en una década.
Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, advirtió que el mercado de Treasuries podría “romperse” si no se controla el gasto. Larry Fink (BlackRock) señaló que el déficit podría “abrumar” al país, y Ken Griffin lo calificó de “irresponsabilidad fiscal total”.
Incluso Elon Musk atacó el plan, llamándolo una “abominación repugnante” que está “llevando a Estados Unidos a la bancarrota”. Mientras tanto, el Tesoro intenta tranquilizar: “Estados Unidos nunca incumplirá su deuda”, aseguró Scott Bessent.
En Europa la situación no es distinta. Francia gastará €62.000 millones este año en intereses, similar a lo que destina a defensa y educación. En el Reino Unido, los bonos a 30 años tocan máximos desde 1998.
Alemania, históricamente cauta con su endeudamiento, también aumentará sus emisiones. Japón, que mantuvo por años rendimientos por debajo del 1%, ve ahora su bono a 30 años cerca del 3%, en máximos históricos.
Ed Yardeni, creador del término bond vigilantes, lo resumió así:
“El mercado de bonos nunca fue tan poderoso, porque nunca hubo tanta deuda”
Según él, los inversores ya están obligando a los gobiernos a repensar su estrategia fiscal.
Curvas más empinadas, inflación persistente y el riesgo de dominancia fiscal
El problema se agrava en el extremo largo de la curva. Los inversores exigen mayor prima por el riesgo de inflación futura y por la percepción de exceso de oferta sin respaldo.
La curva de rendimiento entre bonos a 2 y 30 años en EE. UU. se ha empinado un punto porcentual, y la misma tendencia se ve en Reino Unido y Japón. El llamado term premium, que compensa por incertidumbre a largo plazo, está en ascenso.

La preocupación no es solo teórica. El Banco de Inglaterra, por ejemplo, evalúa frenar su programa de venta de gilts (bonos soberanos británicos) acumulados durante crisis pasadas. Su directora Catherine Mann advirtió que la política monetaria no puede compensar plenamente los efectos de esa presión.
Barclays también sugiere pausar la venta activa de deuda pública para evitar distorsiones adicionales. La respuesta oficial se espera para septiembre.
El problema no es sólo cuánto se emite, sino quién la compra ahora. En Reino Unido, los fondos de pensión cerrados ya no reinvierten en bonos largos. En Japón, el envejecimiento de la población y la retirada de compradores tradicionales se combinan con un repunte inflacionario.

Según James Novotny (Jupiter AM),
“Los gobiernos están emitiendo más deuda justo cuando su ancla, los JGBs, se ha soltado”
Eso pone en riesgo el equilibrio de todo el mercado global de deuda soberana.
El futuro del mercado de bonos y la amenaza de una dominancia fiscal
Algunos países, como el Reino Unido, han reducido su dependencia de corto plazo emitiendo deuda con vencimientos más largos: su promedio es de 14 años. Pero otros enfrentan el dilema de acortar plazos y exponerse a mayor riesgo de refinanciamiento.
El propio Tesoro de EE. UU. evalúa aumentar recompras de deuda vieja en lugar de extender vencimientos, señal de que el camino hacia un equilibrio sostenible está lejos de definirse.
Standard Chartered advierte que EE. UU. está en la etapa de “gradualmente” de una crisis de insolvencia al estilo Hemingway. Para algunos, esa fase podría extenderse indefinidamente. Para otros, podría terminar “repentinamente”.
El riesgo más profundo es que los bancos centrales deban subordinar sus decisiones a la necesidad de sostener mercados de deuda ordenados. Bill Campbell (DoubleLine) lo llama “dominancia fiscal”: cuando el gasto público y el financiamiento condicionan toda la política económica.
Eso llevaría, según él, a una “trayectoria de crecimiento permanentemente menor… un estancamiento prolongado y una carga de deuda inmanejable”.
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