PUNTOS IMPORTANTES:
- Trump lidera diálogo con China pese a aranceles del 145%.
- Las conversaciones en Ginebra continuarán el domingo.
- El mercado global espera señales de alivio en la disputa.
Las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China se reanudaron este sábado en Ginebra tras una extensa jornada de conversaciones de alto nivel. La reunión, celebrada en la Villa Saladin —una mansión del siglo XVIII con vistas al Lago de Ginebra—, congregó al secretario del Tesoro Scott Bessent, al representante comercial Jamieson Greer y al viceprimer ministro chino He Lifeng.
Según informó la agencia Associated Press, las discusiones continuarán este domingo. A pesar del hermetismo en torno a los avances concretos, diplomáticos de ambas delegaciones confirmaron que las conversaciones se llevaron a cabo con el objetivo de reducir tensiones y evitar un mayor deterioro económico.
Actualmente, las tarifas impuestas por el presidente Donald Trump sobre productos chinos alcanzan un 145 %, mientras que Pekín ha respondido con gravámenes del 125 % a las importaciones estadounidenses. Tales niveles de aranceles han generado una virtual paralización del intercambio comercial entre las dos principales economías del mundo, que en 2024 registró un volumen bilateral de 660.000 millones de dólares.
Aunque el presidente Trump ha sugerido que podría reducir los aranceles a un “80 %”, también ha reiterado que la decisión final depende del equipo liderado por Bessent. Esta ambigüedad forma parte de una estrategia más amplia de presión, en la que las tarifas funcionan como herramienta de negociación y como medida de protección ante lo que la administración considera prácticas comerciales desleales por parte de China.
Aranceles, déficit y guerra tecnológica
El conflicto comercial entre ambas naciones no es nuevo. Durante su primer mandato, Donald Trump impuso una serie de gravámenes contra productos chinos, justificando la medida en prácticas como el robo de propiedad intelectual, la transferencia forzada de tecnología y los subsidios estatales a empresas de vanguardia.
Si bien en 2020 se firmó un acuerdo de “Fase Uno”, que contenía compromisos de compra de productos estadounidenses por parte de China, el acuerdo fue incompleto y muchas de las obligaciones quedaron incumplidas tras el estallido de la pandemia de COVID-19.
A esto se suma el creciente malestar del presidente Trump por el abultado déficit comercial con China, que el año pasado alcanzó los 263.000 millones de dólares. Las tarifas actuales incluyen un 20 % específico por el flujo de fentanilo, considerado una amenaza para la salud pública, y una carga adicional del 125 % vinculada a disputas estructurales sin resolver.
Trump también ha intensificado su presión en otros frentes. Esta semana suspendió temporalmente la aplicación de aranceles del 31 % a las exportaciones suizas, rebajándolas al 10 % tras una reunión con la presidenta suiza Karin Keller-Sutter. No obstante, la amenaza de nuevas alzas sigue latente y preocupa a industrias clave como la relojería, el chocolate o los productos farmacéuticos.
Reacciones y perspectivas desde China y Suiza
En paralelo, la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de China evitó declaraciones contundentes sobre los avances, pero ratificó que su país mantiene abierta la vía del diálogo. Desde Washington, el enfoque parece girar más hacia una victoria simbólica: un acuerdo que, aunque superficial, permita a Trump demostrar firmeza ante sus votantes.
“Será un acuerdo para la foto. Trump necesita demostrar que ha sido duro con China; Xi Jinping, que no se doblegó ante Occidente.”
Arthur Hayes.
Mientras tanto, la economía suiza observa con cautela. Aunque el gobierno helvético no ha impuesto represalias, sí ha advertido que nuevos incrementos arancelarios podrían afectar gravemente a sectores exportadores. Actualmente, el comercio bilateral entre EE. UU. y Suiza representa la segunda relación comercial más importante para el país europeo.
En un contexto marcado por incertidumbre global, las conversaciones de Ginebra podrían representar el inicio de una descompresión comercial. O, en el peor de los casos, una pausa momentánea antes de un nuevo choque tarifario.
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