PUNTOS IMPORTANTES:
- Déficit fiscal preocupa a quienes apuestan por bonos.
- Rendimientos suben y el crédito se encarece en toda la economía.
- Trump y el Congreso insisten en más estímulos sin ajuste real.
Bonos y déficit: un equilibrio cada vez más inestable
La tensión sobre los bonos estadounidenses ha crecido tras la aprobación del nuevo paquete de recortes fiscales, en un contexto donde la guerra comercial parece haber cedido protagonismo temporalmente en el mercado.
Ahora, el foco se traslada al impacto fiscal. Los mayores costos de financiamiento del gobierno alimentan el temor de los inversionistas, justo cuando los rendimientos del Tesoro se disparan en los tramos más largos.
El bono a 30 años tocó el 5,089%, el nivel más alto desde octubre de 2023, tras una subasta débil de deuda a 20 años y la rebaja crediticia de Moody’s.
Esto implica mayores intereses sobre una deuda que roza los 29 billones de dólares, con riesgos evidentes: impuestos más altos, recortes en servicios o un crédito más caro para hogares y empresas.
El rendimiento del bono a 10 años también subió al 4,595%, su mayor nivel desde febrero. Este indicador es clave para préstamos hipotecarios, tasas corporativas y condiciones generales del mercado.
Scott Bessent, secretario del Tesoro, busca contener ese rendimiento. Pero los temores sobre déficits persistentes, incluso en tiempos de crecimiento, complican cualquier intento de estabilización en el mercado de bonos.
Déficit persistente frente a promesas de crecimiento
El déficit fiscal volvió al centro del debate. La administración Trump defiende los recortes, alegando que el crecimiento generado compensará la pérdida de ingresos. Sin embargo, los datos no respaldan ese optimismo.
Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el déficit podría alcanzar el 7% del PBI en los próximos años, un nivel sin precedentes en tiempos de paz con bajo desempleo.
El nuevo estímulo rondaría los 280.000 millones de dólares el próximo año, equivalentes a 0,9% del PBI, compensando parcialmente los efectos negativos de los aranceles, pero sin solucionar el desequilibrio.
Peter Berezin, de BCA Research, advirtió que solo un colapso en el S&P 500 o un salto en los bonos forzaría al Congreso a corregir lo que llama una “política fiscal insostenible”.
La promesa inicial del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), liderado por Elon Musk, fue eliminar gastos y devolver dinero a los contribuyentes. Sin embargo, esa ambición ha quedado relegada.
Andy Laperriere resumió el consenso en Washington: DOGE no generará ahorros significativos y ni Trump ni el Congreso harán ajustes serios sin una crisis real que los obligue a actuar.
Un problema global con implicancias locales
La presión sobre los bonos no es exclusiva de EE. UU. Japón y Europa también enfrentan subas en rendimientos, aunque el caso estadounidense refleja una preocupación estructural sobre política fiscal y endeudamiento.
Douglas Holtz-Eakin, exdirector de la CBO, criticó el nuevo paquete tributario, calificando parte del mismo como inútil y advirtiendo que podría agravar el problema si el crecimiento no responde.
En el sector inmobiliario, donde el apalancamiento es alto, el beneficio de tasas impositivas más bajas puede ser eclipsado por un aumento sostenido en los costos de financiamiento, afectando valuaciones y expectativas.
Willy Walker, CEO de Walker & Dunlop, dijo que los nuevos niveles de tasas representan “un fuerte viento en contra” para el sector. Y afirmó que Trump lo entiende mejor que nadie.
Finalmente, Laperriere concluyó que Trump no tiene interés en tocar programas de asistencia, y que el Partido Republicano ya no muestra preocupación real por el déficit, a diferencia de años anteriores.
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